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EL GUIÓN

MI ALEGATO

Publicado: 2023-03-10


¿Alguien pronuncia "guión" tal como lo hace con el vocablo "kion" (que es como se le conoce en el Perú al jengibre)? Quizás haya algunos; pero lo cierto es que la mayoría de los hablantes, no. Prácticamente todos decimos [gi.ón] (en dos sílabas), mientras que la otra palabra la pronunciamos en un solo golpe de voz.

El nombre de la rayita que sirve para dividir, al final de renglón, una palabra que no cabe completa, y con el que también se designa al texto en que aparece el contenido de una película con las indicaciones para su realización, se llama "guión" y proviene no de "guia" (monosílabo) sino de "guía" [guí.a] (así como "pió" deriva de "piar" [pi.ar]; y es, por ello, descabellado decir "él pio" y, peor aún, "yo pie" -¿la extremidad de los miembros inferiores?-; pues, simple y llanamente, no son monosílabos).

¿Saben por qué la misma RAE ha llegado a aceptar que el adverbio "solo" puede escribirse con o sin tilde, y que eso depende del hablante? Y, ya concretamente, ¿saben qué dijo respecto de "guión"? Dijo esto (ver: Diccionario Panhispánico de Dudas): "La doble grafía, con tilde o sin tilde, responde a las dos formas posibles de articular esta palabra" (hiato/diptongo). Bueno, lo dijo porque reconoció que son los hablantes los que, realmente, deciden en los asuntos de la lengua; es decir, que estas cosas dependen del cómo se habla; y es por ello por lo que el vocablo en cuestión aparece escrito de dos maneras en la edición 22 del Diccionario de la Academia: guión y guion.

Ah, pero en la nueva edición solo aparece una forma ("guion"). Claro, han eliminado la forma escrita con tilde en la "o". ¿Por qué han hecho esto? Creo que la explicación es simple: Se trata de una ocurrencia -que, creo, carece de un sustento sólido- de los miembros de la institución que seguramente siguen creyendo que la docta corporación matritense es (como reza el lema institucional, creado en 1715) la que "limpia, fija y da esplendor" a la lengua (lo cual no es cierto); y seguramente tomaron esa decisión, del mismo modo como se decide en los parlamentos políticos: por simple mayoría de votos.

¿Qué ha ocurrido después de publicada la edición 22 del Diccionario? ¿Acaso se han producido cambios en el uso de la lengua, que pudieran justificar la aludida variación ortográfica dispuesta por la Academia? ¿Tal vez los que pronunciaban la palabrita de marras en dos golpes de voz, de pronto dejaron de hacerlo y terminaron convirtiéndola en monosílaba? No, eso jamás ha sucedido.

Veamos, pues, lo que ahora se dice en la RAE al respecto "... por eso, con independencia de su pronunciación, 'guion' es monosílaba a efectos ortográficos y no lleva tilde" ¿"Con independencia de su pronunciación"? Y también dicen esto que, de verdad, ya linda con lo absurdo: "Esta convención es puramente ortográfica, por lo que no implica, en modo alguno, que los hablantes deban cambiar la manera en que pronuncian naturalmente estas voces, sea con hiato o con diptongo". ¡Absurdo! O sea, en otras palabras, "Que hablen como les dé la gana, pero la Academia se mantiene en sus trece; es como si dijeran: "Qué diablos nos importa cómo hablen, porque 'nuestra ortografía' seguirá bailando su propia tonada"; es decir, ¿la ortografía nada tiene que ver con la lengua real; es fiesta en otro barrio? ¡Ay, Taitito!

Repito, finalmente: El hablar -aunque no les guste a los académicos- no depende de la ortografía; es la ortografía la que depende del hablar. Ah, y, por si acaso, no es que yo quiera "acomodar" la ortografía a mi manera de hablar (como hable yo nada tiene que ver con el asunto: es el habla de todos, o de la mayoría, lo que debe tenerse en cuenta): lo que tiene que saberse es que la ortografía debe acomodarse al modo de hablar, y no a la inversa.

Ya lo dije al principio: Prácticamente todos los hispanohablantes pronunciamos [gui.ón], en dos sílabas; y por ello, es dable y correcto ponerle tilde a la "o". Pero, claro, si es que estuviera probado que en algunos lugares este vocablo también es pronunciado como monosílabo, correspondería, entonces, que la Academia modificara la entrada correspondiente del Diccionario y restableciese la redacción que estuvo vigente en la edición 22 del repertorio lexicográfico oficial. Es, creo, lo más atinado. Pero no vaya a ser que se quiera negar esto echando mano al recurso aquel del "principio de unidad ortográfica", porque ese argumento sería, sencillamente, inválido, enclenque y absurdo: En cuestiones de la lengua lo que corresponde es, más bien, respetar y, sobre todo, asumir, un principio que, especialmente, es común en el terreno jurídico pero resulta válido para el caso: el principio de "primacía de la realidad", que, además, se condice con la certera afirmación desprendida de la Epístola a los Pisones, escrita por Horacio, el gran poeta latino, y que es citada en la vigésima segunda edición del Diccionario: en cuestiones de lengua, el uso manda (y, efectivamente, así es y así será siempre). Y, además, conviene tener en cuenta lo siguiente: Antes que prescriptiva, la RAE debe cumplir, sobre todo (como ya, de hecho, lo está asumiendo, y es lo correcto), una función descriptiva.

Y, otra cosa, la Academia no tiene autoridad para "disponer" cómo debemos usar el idioma; solo puede emitir opiniones y, si se quiere, dar consejos o recomendaciones, pero nada más: no es, no puede ser, lo que sus fundadores quisieron que fuera.

                                                                                                   © Bernardo Rafael Álvarez


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Bernardo Rafael Alvarez

Bernardo Rafael Álvarez. Escritor y poeta. Abogado. Consultor en temas idiomáticos.


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